jueves, 30 de julio de 2009

Cien años de soledad - Gabriel García Márquez

Desde que leí El amor en los tiempos del cólera, supe que García Márquez debía convertirse en uno de mis autores de cabecera pero el paso del tiempo, y la ocupación de la vida diaria, han hecho que se mantenga en uno de los autores más nombrados en mi lista de libros por leer.
Macondo fue un pueblo desconocido para los muertos hasta que llegó Melquíades y lo señaló con un puntito negro en los abigarrados mapas de la muerte.
A pesar de estar leyendo otro libro, cuando Cien años de soledad apareció encima de la mesa, por azar, decidí empezarlo sin más. Y es que las interrupciones, la interminable lectura y el paso del tiempo no afectan para nada a esta novela. Es casi como ver una telenovela un lunes y no volver a caer en el canal hasta el lunes siguiente: siempre te pones al día. Si bien no me salté ni una coma, me perdí entre los personajes de un modo real e imaginario. La Wikipedia es una gran ayuda en estos casos y a falta de una edición con genealogía incluida, tuve que recurrir en varias ocasiones a ella para poder recordar quién era quién. Claro, todo acrecentado por la multiplicación de Aurelianos, Arcadios y Úrsulas. Casi parecía la familia real de algún reino medieval (o el Casal de Barcelona entre Ramon Berenguer I y Berenguer Ramon IV).
Amaranta suspiraba, reía, soñaba con una segunda patria de hombres y mujeres hermosos que hablaban una lengua de niños, con ciudades antiguas de cuya pasada grandeza sólo quedabab los gatos entre los escombros.
Este comentario va a ser muy corto porque considero que es una obra que debe ser leída y, sobre todo, porque creo que como un libro mágico cada persona le encuentra un significado diferente.
Rebeca estaba a salvo de toda vanidad. Después de buscarla inútilmente en el sabor de la tierra, en las cartas perfumadas de Pietro Crespi, en la cama tempestuosa de su marido, había encontrado la paz en aquella casa donde los recuerdos se materializaron por la fuerza de la evocación implacable, y se paseaban como seres humanos por los cuartos clausurados.
Para mí es como una breve (aunque no tanto) Historia de la Humanidad y en ella se pueden encontrar las grandes etapas de la vida: las guerras, las paces, los amores y desamores que marcaron historia y hasta el Diluvio. Todo de un modo cíclico que nos envuelve y no nos deja escapar.
En las tarjetas postales que mandaba desde las estaciones intermedias, describía a gritos las imágenes instantáneas que había visto por la ventanilla del vagón, y era como ir haciendo trizas y tirando al olvido el largo poema de la fugacidad.
Es un libro que volveré a leer, esta vez sin interrupciones. Entonces, seguro que encontraré una nueva historia.
  • Nota: 7/10
  • Destaco: la repetición de los hechos, casi como en un programa de televisión para niños, hace que cada vez resulte una nueva historia.
  • Algo negativo: a veces te pierdes en la historia y a menudo he tenido que empezar de nuevo el capítulo.
  • Recomiendo: buscar una edición que tenga árbol genealógico incluido, de gran uso.

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